Desconfío sistemáticamente de todo político que base su campaña electoral en la denigración y la difamación del/los opositor/res. Deja a la vista su inmunda y mediocre naturaleza: su única forma de llegar más alto es truncando las piernas del opositor, nos dice que su única forma de llegar más alto es pisando las cabezas de los que están cerca.
Desconfío sistemáticamente de todo político que lleva adelante una aparatosa y ostentosa campaña electoral, invirtiendo grandes capitales en la realización de estos menesteres. Quien la necesita nos revela la indecencia y la segura inoperancia de su mandato.
Solo se necesita un lujoso escenario, lleno de brillo y colores, y una vestimenta esplendida en detalles y fascinante, aquel actor cuya actuación es mediocremente horrible: se intenta con esto desviar y distraer la atención del público, cuando hay tanto lujo que admirar muchos pueden olvidarse el “pequeño detalle” del actor. Es como si nos dijeran: la actuación es un desastre… pero el escenario y la vestimenta es una obra de arte, su sola belleza justifica la asistencia al teatro…
El mandato de los buenos políticos es la única y su mejor campaña.
Desconfío de todo mandato electoral, y de sus actores políticos, que concentre el mayor crecimiento social y obras realizadas en el periodo perielectoral. Es como aquellas personas que intentan compensar años de no hacer nada, o solo hacer ostentación y mal uso de su tiempo, en los dos o tres días previos a la entrega de un trabajo: el resultado nunca puede ser bueno. Esta persona, por su descuido, se ve obliga a invertir todo su tiempo… el político se ve obligado a invertir todo nuestro dinero…
Por otro lado este tipo de mandato subestima la capacidad crítica de la población: cualquier pesona con una mínima capacidad de pensamiento propio se siente repugnado ante la misma. Es un verdadera tomada de pelo hacia todos nosotros.
Desconfío sistemáticamente de todo político que lleva adelante una aparatosa y ostentosa campaña electoral, invirtiendo grandes capitales en la realización de estos menesteres. Quien la necesita nos revela la indecencia y la segura inoperancia de su mandato.
Solo se necesita un lujoso escenario, lleno de brillo y colores, y una vestimenta esplendida en detalles y fascinante, aquel actor cuya actuación es mediocremente horrible: se intenta con esto desviar y distraer la atención del público, cuando hay tanto lujo que admirar muchos pueden olvidarse el “pequeño detalle” del actor. Es como si nos dijeran: la actuación es un desastre… pero el escenario y la vestimenta es una obra de arte, su sola belleza justifica la asistencia al teatro…
El mandato de los buenos políticos es la única y su mejor campaña.
Desconfío de todo mandato electoral, y de sus actores políticos, que concentre el mayor crecimiento social y obras realizadas en el periodo perielectoral. Es como aquellas personas que intentan compensar años de no hacer nada, o solo hacer ostentación y mal uso de su tiempo, en los dos o tres días previos a la entrega de un trabajo: el resultado nunca puede ser bueno. Esta persona, por su descuido, se ve obliga a invertir todo su tiempo… el político se ve obligado a invertir todo nuestro dinero…
Por otro lado este tipo de mandato subestima la capacidad crítica de la población: cualquier pesona con una mínima capacidad de pensamiento propio se siente repugnado ante la misma. Es un verdadera tomada de pelo hacia todos nosotros.
Desconfío sistematicamente de todo políco... [...]