Aunque sean los motores de progreso importantes para hombres de cierta tendencia espiritual, los buenos deseos y las intenciones más nobles, por ciertas que sean, no conmueven al hombre que carece de Fe(1). Este es incapaz de comprometerse sin percibir: necesita palpar y sentir cada uno de los cinco Estigmas.
Si los deseos más nobles y un casi extinto altruismo, muchas veces ingenuo y autolítico, solo lograron que la situación empeore se hace, inminentemente, necesaria la presentación de obras concretas, por simples que éstas puedan parecer.
Desde un punto de vista, pragmático y cierto, es el gustar la porción individual de pan el verdadero milagro que el fiel necesita para creer, relegando a un segundo y anónimo lugar a la exuberante multiplicación que calmó el hambre de todo un pueblo.
(1) Recordemos que Vellmount abandonó el cristianismo al primer atisbo de razón, es decir una muy temprana edad. Así cuando habla de Fe, lo utiliza en forma amplia, no limitándolo a la religión. Más bien se refiere a la Fe en el hombre, concepto que coincide con el papel central que Vellmount le atribuye al ser humano en "un cristianismo más humano", un texto inconcluso del pensador. También se encuentra una reflexión similar en sus "notas sobre la Santa Biblia".
Hernán Vellmount