26 de febrero de 2010

decepciones

Descubrir que no era tan serio y respetable como pensaba y como me recalcaba, interesadamente, algún que otro jefecito medio pelo, que carecía de esa solemnidad inmaculada que la crítica mediocre me ayudó a construir y creer y de la que me jacté muchas veces, me pareció en un principio una decepción insoportable. Pero con el tiempo comprendí que se trataba, en verdad, de una bendición encubierta: desde ese día soy Hernán Vellmount.

Hernán Vellmount