Una vieja leyenda del África habla de un hombre y una mujer.
Según cuenta
su amor fue tan intenso y puro
Y su fidelidad
fue tan grande
que puso en
evidencia y molestó a los dioses,
siempre
celosos, siempre infieles.
Por eso los
sentenciaron.
Como no hubo distancia, océano o
prisión capaz de separarlos, fueron creativos.
Primero los hicieron nacer en
otras personas.
Pero volvieron a encontrarse,
volvieron a verse, y sin reconocerse, se enamoraron.
En su enfado, pobrecitos dioses,
fueron más allá...
Pero el amor, pero el amor pudo
más.[1]
[1] Cuando Tellería y Vellmount refirieron la vieja
historia de amor al cuidador del zoológico, y preguntaron si podía surgir
afecto, un afecto real entre dos especies, algo así como un amor que todo lo
trasciende... El cuidador fue contundente y frío: se están rascando o
acicalando, no sean absurdos, no los une ningún sentimiento... y esa historia
es una leyenda falsa que merece ser olvidada. - Los muchachos lo miraron con
desconfianza y supieron al instante que se trataba de una deidad que velaba el
anonimato de ese amor excepcional. Sin preguntar o dar explicaciones, salieron
rajando profanando con insultos y gestos cualquier indicio de santidad.