29 de abril de 2012

un hombre... una mujer... una condena... un amor...

un hombre... una mujer... una condena... un amor...

Una vieja leyenda del África habla de un hombre y una mujer.
Según cuenta su amor fue tan intenso y puro
Y su fidelidad fue tan grande
que puso en evidencia y molestó a los dioses,
siempre celosos, siempre infieles.
Por eso los sentenciaron.
Como no hubo distancia, océano o prisión capaz de separarlos, fueron creativos.
Primero los hicieron nacer en otras personas.
Pero volvieron a encontrarse, volvieron a verse, y sin reconocerse, se enamoraron.
En su enfado, pobrecitos dioses, fueron más allá...



Pero el amor, pero el amor pudo más.[1]


[1] Cuando Tellería y Vellmount refirieron la vieja historia de amor al cuidador del zoológico, y preguntaron si podía surgir afecto, un afecto real entre dos especies, algo así como un amor que todo lo trasciende... El cuidador fue contundente y frío: se están rascando o acicalando, no sean absurdos, no los une ningún sentimiento... y esa historia es una leyenda falsa que merece ser olvidada. - Los muchachos lo miraron con desconfianza y supieron al instante que se trataba de una deidad que velaba el anonimato de ese amor excepcional. Sin preguntar o dar explicaciones, salieron rajando profanando con insultos y gestos cualquier indicio de santidad.