En un telúrico y desvergonzado gesto, se quitó el Bombín y con una voz de ensueño, erosionada por el whisky y el tabaco, nos invitó:
Pasen, damas y caballeros...
pasen y vean.
Perfectas bolas de madera.
Bustos de Buda por doquier.
Libros que son pilares.
Por aquí, sillas,
Sillones,
Camas, por qué no?
Pasen y vean.
Sientan y palpen.
Por allí cajas con historia,
imagínese qué cajones.
Motos.
Torres.
Toquen el pelo de esta piel.
Que suavidad!
Leones petrificados, chanchos.
Desengañados cupidos.
Ermes aletargados.
Estatuas que parecen vivas.
Vivos que parecen estatuas
Gusten del tiempo que se escurre.
Que sabor!
¿Una garrapiñada?
Dientes, vértebras
Trompas de pez espada.
Sombra y luz amontonadas.
Alfombras, pergaminos.
¡Qué emoción!
Escaleras,
Fósiles,
Caracoles,
Tortugas,
Vírgenes suplicantes,
Santos,
Sátiros,
Diablos,
El alfa y la omega
cerrando un círculo.
No mire hacia allí,
Están los espejos.
Troncos, raíces
Colectivos,
Mitológicos elefantes.
Unicornios y abejas.
Dioses,
Tigres,
Universos.
Pasen y vean.
Disfruten del silencio del pasmo
o griten de lujuria.
Reglas rotas.
Globos lunares, incluso cráteres.
Magos, sapos, hadas y enanos.
Para cada sentido
Un deleite
Una perdición
Un octavo pecado capital.
Bla bla bla di du bla…
La palabras se fueron desdibujando, como lejanas se percibían apagadas, como un sutil ruido de fondo que combinado con la luz y el calorcito invitaban a la introspección.
Vellmount se había alejado del grupo, como embrujado, ajeno a todo.
Al finalizar, luego de dos horas, lo encontraron próximo a una chimenea: el aroma lo había cautivado.
Al ver a Lescano, se levantó, y haciendo un guiño dijo:
- Maravilloso paseo hemos tenido - Y abrazando a Adolfo se dirigieron hacia la puerta.
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Este texto es un fragmento de un extenso y preciado ensayo de Vellmount: "Panem et circences" o el circo de la vida.