-Todo viaje es hacia uno mismo - comentó Tellería como si hubiese tenido una revelación, dando un salto y aferrándose con ambas manos al sillón.
El zumbido del viento sonaba ventanas afuera, la sirena de una ambulancia se filtraba a la distancia y la noche porteña tenía ese qué se yo.
Vellmount observaba a Carlos de reojo, en silencio, y hacía girar los hielos de un whisky on the rock:
- Tenés razón, Carlos, ya sabíamos eso del paisaje y la distancia como excusa… pero hoy comprendo que la cuestión va más allá.
- Creo que ya hablamos sobre esto: nos repetimos. Hace poco comentaste tu percepción de la lectura…
- "Nos leemos a nosotros mismos al leer un libro" - Hernán hizo una pausa, y agregó con ironía:
- La autorreferencia como bandera de la autodecadencia, que mal estoy.
- A veces pienso que las fotos no son más que autoretratos, no importa lo que esté delante de la focal fija, el resultado es uno y el mismo: el autor. Cielo, flor, paisaje, mujer, niña, estrella, luna, manos o redes… sea lo que sea, el fotógrafo nunca deja de retratarse - susurró Tellería algo atormentado.
- "Você não fotografa com a sua máquina. Você fotografa com toda sua cultura" - Aventuró Vellmount con un portugués improvisado
- Salgado...
- Sabés, Carlos, ahora mismo creo que no hacemos nada sin otro fin, sin otra razón que no sea ese: llevar adelante esa búsqueda personal. Lo sepamos o no, queramos o no: al viajar lo hacemos hacia nosotros mismos, al leer nos leemos, al hacer retratos nos retratamos, al conocer nos conocemos…
Ambos callaron, levantaron los vasos en gesto cómplice y siguieron cada cual en lo suyo.