18 de marzo de 2019

olvidar para recordar

Tengo pocos recuerdos de clases que me hayan cambiado o impactado durante la carrera de medicina en la plata, y aún menos profesores. 

Hubo uno, a mi entender brillante, que en una clase de fisiología nos hizo una pregunta: 

- Cuál es la función más importante y desarrollada del cerebro humano?... 

Al menos 30 estudiantes empezamos a responder según las lecturas técnicas que cada uno había hecho: termoregulación, homeostasis, inteligencia, alma, regulación cardiovascular, conciencia, noción temporal, conciencia social y de grupo y seguimos así un largo rato... 

Cada vez que respondíamos, el respondía: 
- Es una función importante, pero no es la más desarrollada... 

Seguimos un largo rato hasta que el silencio hizo evidente que nuestras ideas habían llegado a su fin.

Entonces fue ahí, que nos dijo: - La función más importante y desarrollada del cerebro es el olvido.

Inmediatamente todos comprendimos que el olvido no es un defecto, no es una debilidad, sino que es una función activa que permite al sistema nervioso mantener la estructura del yo, la noción temporal, la conciencia, el alma, la inteligencia, lo relevante... e incluso comprendimos que para recordar algo era necesario olvidar mucho.

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Esta recuerdo data del tercer año de la carrera de medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de la Plata. Estábamos con una clase de fisiología con Ariel y Walter, y fue el Dr. Juan José Gagliardino quien no aportó esa reflexión.

9 de marzo de 2019

el maestro

Hoy a la mañana, mientras juntábamos palitos del piso con Olivia para encender una fogata, vi a un hombre endeble, me llamó la atención su fragilidad, al menos eso creí. 
Era un hombre mayor, acompañado por un joven de cabello corto. Estaban sentados en un banco, el joven parecía ser su cuidador: disfrutaban del sol.
Tenía puesto un saco azul, pantalón de vestir gris y zapatillas deportivas negras. Algo me llamó la atención.
Era delgado, peinado para un costado. De rasgos fuertes, de mirada despierta, escudriñándolo todo, pero con cierta ternura.  
Me quedé helado.
Se levantaron y caminaron lentamente, a su paso. El, encorvado y agarrado del brazo del joven.
Cruzaron la calle, y caminaron hasta llegar a Peña. 
Era Mario Bunge.

involuta

-Todo viaje es hacia uno mismo - comentó Tellería como si hubiese tenido una revelación, dando un salto y aferrándose con ambas manos al sillón.

El zumbido del viento sonaba ventanas afuera, la sirena de una ambulancia se filtraba a la distancia y la noche porteña tenía ese qué se yo.
Vellmount observaba a Carlos de reojo, en silencio, y hacía girar los hielos de un whisky on the rock:

- Tenés razón, Carlos, ya sabíamos eso del paisaje y la distancia como excusa… pero hoy comprendo que la cuestión va más allá.
- Creo que ya hablamos sobre esto: nos repetimos. Hace poco comentaste tu percepción de la lectura…
- "Nos leemos a nosotros mismos al leer un libro" - Hernán hizo una pausa, y agregó con ironía: 
- La autorreferencia como bandera de la autodecadencia, que mal estoy.

- A veces pienso que las fotos no son más que autoretratos, no importa lo que esté delante de la focal fija, el resultado es uno y el mismo: el autor. Cielo, flor, paisaje, mujer, niña, estrella, luna, manos o redes… sea lo que sea, el fotógrafo nunca deja de retratarse - susurró Tellería algo atormentado.
- "Você não fotografa com a sua máquina. Você fotografa com toda sua cultura" - Aventuró Vellmount con un portugués improvisado
- Salgado...
- Sabés, Carlos, ahora mismo creo que no hacemos nada sin otro fin, sin otra razón que no sea ese: llevar adelante esa búsqueda personal. Lo sepamos o no, queramos o no: al viajar lo hacemos hacia nosotros mismos, al leer nos leemos, al hacer retratos nos retratamos, al conocer nos conocemos…

Ambos callaron, levantaron los vasos en gesto cómplice y siguieron cada cual en lo suyo.