Haciendo caso del pronóstico meteorológico, el cielo parece estallar. Los destellos definen una figura. Es la silueta de un hombre. Parece una caricatura hombre, algo desgarbada y desproporcionada.
Víctor está Inmóvil, como hipnotizado, con la mirada perdida en el cielo.
Magdalena se acerca, delicada y casi sin ruido. Acaricia la espalda de su marido:
- Los genios nunca duermen, lo se… pero tu insomnio comienza preocuparme… - Dice burlona y apoya su mejilla en el hombro de Víctor.
No hay respuesta.
Como un niño asustado, apenas atina a abrazarla. Se derrumba en sus brazos.
- Qué pasa, Victor? - Ha percibido su angustia
Estalla en llanto.
- Mi amor, qué pasa?
Intuye el dolor de aquel hombre, a quien ama, siente como si se le cerrara la garganta, lo abraza fuerte y sin comprender rompe, también, en llanto.
---
Una oscuridad sin nombre comenzaba a apoderarse de su alma, infiltraba silenciosa e indolente cada milímetro de Víctor. Para no preocupar a Magdalena, solía contarme sus cambios y su preocupación, sus teorías:
- Se que sos un hombre de ciencia, pero siento que algo está naciendo en mi, Lambertucci... - Hizo silencio...
- algo aterrador que se va adueñando poco a poco de mis funciones... poco a poco me va reemplazando.
- Me estás diciendo qué tenes cáncer?
- No entendés, Roberto, esto no es únicamente orgánico... Lo siento muy adentro mio: alguien o algo me está reemplazando.
Todos fuimos testigos de los pequeños cambios que iban teniendo lugar, sin embargo solíamos ignorarlos con racionalizaciones. Nos negábamos a aceptar lo que estaba sucediendo frente a nuestros ojos, como suele pasar. Pudimos convivir con ese engaño hasta que la transformación fue grosera y muy evidente.