3 de noviembre de 2013

Metal fundido

Metal fundido
Es sabido que Vellmount tenía sueños recurrentes. En uno de ellos se soñaba sentado al borde un río, con los ojos cerrados, una brisa fresca acariciaba su rostro y el sonido del agua, escurriéndose entre las piedras, es como una música dulce. Se escuchan algunos pájaros nocturnos, lejanos y anónimos. El sol se pone tras las montañas y una luz cálida, como una sonrisa, se refleja sobre la superficie de un río que parece metal fundido. Vellmount, se pone de pie y camina de regreso a una casita apenas iluminada. Algo le roza la pierna, es un border collie. Lo mira con monumental ternura y lo acaricia un largo tiempo. Cruje una puerta de madera, del interior salen dos perros: un boyero de Berna y un labrador marrón. Una silueta se dibuja en el umbral. Camina de regreso, mientras los perros corren a su alrededor haciéndole fiesta. Siente por primera vez una serena alegría que lo invade por completo, comienza a distinguir la paz en su mirada calma. Una revelación está por tener lugar, su cuerpo convulsiona febril, sus fibras se tensan, algunas lágrimas se precipitan sobre sus mejillas dormidas. Está a dos pasos, ya la luz delinea su rostro, escucha algunas palabras que no comprende pero que lo hacen sonreír, vislumbra unas facciones familiares... da un...




Entonces despierta en la soledad de su habitación. 



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Dr. Roberto Lambertucci
CABA