4 de marzo de 2010

la insuficiencia de las buenas intenciones...



Nadie duda que las peores cosas están hechas con las mejores intenciones.
La endeble y corrupta naturaleza humana es capaz de convertir una noble idea que podría satisfacer las necesidades de todos los hombres por todos los tiempos venideros en un arma de destrucción masiva que podría acabar con todo el género humano en un abrir y cerrar de ojos...

Las buenas intenciones no son suficientes...

Una defensa mediocre, con errores ostensibles y evidentes es la peor y más nefasta de las condenas...


Supongamos que por solidaridad y sentimiento de justicia quisiera librar a un inocente de su acusación injusta con argumentos reales que demuestran lo inapropiado y vil de la acusación, aunque poco convincentes y desordenados... lo más probable es que lo termine condenando.

Las buenas intenciones no alcanzan para defender una postura, una idea o una persona y si además los argumentos son malos, con errores ciertos y evidentes, de dudosa credibilidad, terminan ejerciendo el efecto contrario: generando duda, la incertidumbre, desconfianza y finalmente la condena eterna. 
Por lo cual a veces no hablar, no publicar o no hacer son un acto de inteligencia y prudencia. 

La experiencia diaria nos grita que no somos ni inteligentes ni prudentes...


Hernán Vellmount