"Sin embargo estoy convencido que en profundidad todo está igual. Ranchos miserables y villas miserias se ven por doquier, pobres escuelitas rurales más destartaladas que nunca están, si se las quiere ver, con maestros que, como los Guiñázú, siguen recibiendo salarios alejados de la realidad...
¿Tendremos capacidad de reaccionar? ¿Seremos capaces de realizar la verdadera reconstrucción? ¿Aceptaremos, sin ambages y sin justificaciones que esta sociedad que llamamos occidental y cristiana está llegando a su fin? ¿Seremos testigos complacientes de que nuestro país también alcance los niveles de libertad desenfrenada de la sociedad de consumo donde la droga, la violencia, el abuso sexual, el crimen, el despilfarro, la destrucción de la naturaleza y la injusticia social son sus resultados?…
¿O tendremos la valentía de construir la Grande Argentina, soñada por Lugones y Martinez Estrada?Ello sólo será posible si todos aceptamos nuestras responsabilidades. Habrá que comprender que el hombre forma parte de una sociedad a la cual debe entregarse para mejorarla. Se ha terminado la etapa individualista. Al adelanto tecnológico habrá que agregar el humanismo, basado en los reales principios cristianos… Será un camino largo el que habrá que recorrer. Si analizamos en profundidad nuestro pasado y estamos dispuestos a realizar los cambios estructurales que la Argentina necesita, entonces sí, justifaremos los errores cometidos. Que así sea, para bien de todos.
Perdóneseme tanta franqueza."
René Favaloro
Enero 26 de 1980
---
Ciertamente me aturde la relajada hipocresía que se teje alrededor de las fiestas, sobre todo fin de año.
Y al parecer no soy el único aturdido, pues todo parece mezclarse. Los chismes y la charla banal, la comida, la bebida, los fuegos artificiales y el ocio parecen ser parte esencial y necesaria de la finalización del año y de las “benditas vacaciones”.
Es entendible el querer desconectarse un momento, pues es cierto que vivimos en un frenesí casi demencial. Donde en una especie de condicionamiento operativo se nos inculcan por repetición hasta el hartazgo falsos valores, que poco a poco van nos vaciando de humanidad, sumiéndonos en un asqueroso y miserable egoísmo (una de las grandes características del hombre de nuestro tiempo) que terminará, no con la extinción sino con algo infinitamente peor, de lo que ya tenemos antecedentes varios y, lamentablemente, actuales evidencias: una sangrienta y despiadada guerra entre los hombres, entre estratos y clases sociales.
El hombre es el lobo del hombre, dijo Hobbes…
Celebremos, no está mal. Pero no perdamos de vista lo realmente necesario (lo esencial, diría Exupery).
Finalmente: a no perder las esperanzas. Todo parece seguir igual, diría aquel gran Argentino. Pero a pesar de todo y más que nunca debemos recuperar la fe en el hombre y debemos comprender que el camino para el cambio empieza en uno mismo (la verdadera revolución es revolucionarse).
A no perder las esperanzas. Y me dirijo fundamentalmente a los hombres sensibles (a los de Flores y del mundo entero) y comprometidos, trágicamente expuestos al sufrimiento y a las decepciones, a los hombres que luchan toda la vida (imprescindibles, diría Brecth). Es cierto que a veces resulta insoportablemente desalentador, hasta desesperante, baste con recordar el trágico final al que fue empujado aquel medico rural.
Pero recordemos que no estamos solos (ningún hombre es una isla, diría Donne) y sostengámonos con la esperanza remota en ese sueño que alguien tuvo una vez, el sueño del hombre libre, que tanto ha costado empezar a plasmar:
"Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor."
Salvador Allende
Santiago de Chile
11 de septiembre de 1973
El texto fue leído por Vellmount, minutos antes de un año nuevo. Lambertucci registró meticulosamente cada palabra y pasó a formar parte de las crónicas que se han dado a conocer como el arte de la invisibilidad.