A veces es necesario buscarla, mirar fijo, entrecerrar los ojos. Tenemos un atisbo de idea, sin embargo no es evidente a simple vista, no la vemos, no la encontramos. Reencuadramos, volvemos a componer la imagen, acercamos y alejamos el zoom sin resultados. A veces no se logra a la primera y es el en el posprocesado cuando recortando y reencuadrando, cuando la imagen nos logra: no antes ni después.
En la fotografía, como en la vida, el tiempo y la espera son valiosos aliados, por eso la paciencia es tan preciada.
Otras veces la belleza se manifiesta a primera vista, casi salvaje. No damos con ella, sino que ella nos convoca de una forma tan contundente y tan irrenunciable que uno no puede hacerse el distraído y no nos queda otra que gatillar guiados por su mano suave.
La belleza está ahí, esperando o convocando, para quien sepa verla, para quien sepa detenerse.
Por eso Tellería solía decir que "no hace fotos quien puede o quien quiere, sino quien se detiene".