He desistido nuevamente.
- He desistido nuevamente? y eso de dónde salió, yo no quería empezar este texto así...
Yo no quería hablar o escribir sobre el desistir y la tendencia creciente a desistir de cosas que consideraba esenciales, algunas incluso pilares en los que creía.
Venía postergando el sentarme a escribir. Y lo venía postergando por la fotografía, por lecturas o bien por cansancio ya que leo libros no médicos preferentemente de noche. Y mi noche habitualmente se inicia a eso de las 23 o 24 hs. Es decir que cuando no leo, es que estoy dormido (o tal vez, cuando leo no duermo).
Hoy me siento, estoy decidido, rumiando nuevamente una idea que había madurado en la semana (los que escribimos conocemos ese momento en el que la idea está lista para convertirse en texto), la venía procesando, dando vueltas en la cabeza hace días, había monopolizado prácticamente todo el tiempo escaso que dedico al proceso creativo.
Así me siento a escribir. Con ese ímpetu creador, siempre ingenuo.
Sin embargo, con solo poner las manos sobre el teclado de la Dell pierdo el control, ya no decido.
Es así que empiezo a escribir sobre el desistir y sobre las veces que he desistido últimamente.
Yo no quería arrancar el texto sobre “El impostor” de Javier Cercas diciendo “he desistido nuevamente”. Quería simplemente contar o compartir la alegría inmensa, la satisfacción intelectual y espiritual que regaló su lectura... sin embargo los que escribimos sabemos que no somos dueños, sino medios.
Vuelvo a recordar a Sábato, en el escritor y sus fantasmas, contando algo que me pareció inicialmente un delirio y que más tarde no sólo confirmé, sino que se volvió realidad tajante. No encuentro la frase textual, pero decía algo así (o algo así recuerdo): los personajes primero son títeres del escritor, sin embargo llega el momento en que estos se independizan, adquieren voluntad, deseos, caprichos y sobre todo libertad y autonomía.
Más tarde uno comprende, que uno creía ingenuamente se limitaba a los personajes, sin embargo descubre poco a poco, de forma irremediable, que cada cosa que escribe, cada idea, cada pensamiento, cada letra son caprichos de una ficción de la que apenas somos, a veces, un personaje. Podemos sugerir muchas veces, sin embargo siempre el resultado final es algo distinto en lo que a veces estamos inmersos, y muchas veces algo de lo que ni siquiera somos parte.
Yo no quería empezar este texto diciendo “he desistido nuevamente”, solo quería compartir la emoción que me había generado el libro de Javier Cercas. Hacía tiempo que no leía un libro que no quería terminar, me había pasado principalmente con Kundera y también con Fromm: no quería terminarlo, lo extendía, lo dilataba lo más que podía y cuando el final ya era palpable, inevitable, cuando quedaban apenas unas 16 páginas y comenzaba a buscar otro título del mismo autor, sentir miedo y ansiedad, quizás una angustia anticipada de que el nuevo título no toque las mismas fibras que el actual había tocado o peor aún: que no las toque con la misma intensidad.
- Dale Javier, quiero que Soldados de Salamina o Anatomía de un instante me haga vibrar de la misma forma que lo hizo la historia Enric Marco.
Que ingenuo y que injusto soy con Javier que tanto me ha dado o me ha permitido a través de la lectura de uno de sus libros. Se bien que un libro, o la lectura de un libro y las sensaciones que despierta no son patrimonio exclusivo del autor, sino que en las mismas el lector tiene un rol trascendental.
He desistido nuevamente, así empezaba este texto que en verdad era otro. Y decía que he desistido de muchas cosas que eran muy ciertas para mí. Pero hoy desisto en general de recomendar libros, y particularmente desisto de recomendar el libro de Javier que quería recomendar con este texto.
Y desisto porque la lectura es algo tan particular y único como la persona y el momento intelectual, emocional, espiritual y cultural que transita.
Hace tiempo, a través de un personaje propio, comprendí que ingenuamente solemos creer que llegamos por medio de alguna inspiración trascendental, una especie de Nirvana, a un autor y a un título. Cuando en verdad son los títulos y los autores los que llegan a nosotros en el momento justo, cuando los necesitamos o cuando estamos en condiciones intelectuales, emocionales o culturales de leerlo.
Recuerdo un cuento de Borges, en la Utopía de un hombre que está cansado, del Libro de arena. El visitante miraba un montón de lienzos en blanco, al ver la sorpresa el personaje principal le dice:
- Están pintados con colores que tus antiguos ojos no están acostumbrados a ver.
¿Cómo podría entonces recomendarlo? Sabemos que la lectura no es solo lectura, que cambia a las personas:
- Che, léete este libro de Cercas, El impostor, que es genial.
Cómo podría decir algo así, sabiendo que fue genial para mí, con mi historia personal, con mis lecturas y vivencias previas. El libro es genial en sí, desde ya y objetivamente, pero eso importa poco o pesa menos cuando decimos que es genial para nosotros, porque lo que realmente aporta peso contundente es lo que generó en nosotros.
Y es genial porque Javier o el libro que escribió Javier hablan no solo de la particular Mentira (con mayúscula) de Enric Marco, sino de cómo interpreta la realidad (o lo que es real) la sociedad y el ser humano. Y lo hace con una calidad literaria, tan llevadera, tan fresca, tan cotidiana que da gusto leerlo, mezclando en medio temas que llevan a profundas reflexiones filosóficas, logrando que, aunque es un libro largo (432 páginas en una de sus ediciones en papel) uno quiera que no se termine nunca. El libro de Javier logra lo que Javier se había propuesto: uno lee una novela histórica que es no ficción como si fuera ficción pura.
Creo que uno no puede recomendar la lectura de un libro, aunque le haya parecido genial.
Creo que lo que uno puede hacer es compartir lo que le ha generado un libro, para que otro que navega como uno, perdido y desbordado en el inmenso e inagotable océano de textos que se multiplica vertiginosamente sepa de su existencia, y tenga la certeza de que estará ahí cuando lo necesite. Y que llegado ese momento, El impostor y Javier lo van a encontrar y su lectura va a ser excepcional.
CABA