14 de noviembre de 2019

suspender el escepticismo




Hoy comencé a leerte Alicia en el País de las Maravillas. Ese libro grandote, ilustrado por Benjamín Lacombe, de quien amo sus dibujos. 

En la primer cita, con la que abre el libro, Lacombe elije una frase, para mi sorpresa, a Virginia Wolf: 

"Las dos Alicias no son libros para niños,
son libros en los que nos convertimos en niños"

A medida que te leía y te ibas quedando dormida, pensaba en esa frase, en qué significaba convertirse en niño en mi realidad actual. 

Uno se hace una vaga noción, tironeado mayormente por la nostalgia, sin embargo a veces se queda chapoteando en la superficie de meras racionalizaciones, estando la respuesta en otro lado.

Cuando llegué a la parte del conejo blanco, sobre todo en la parte en que saca el reloj de bolsillo, te sobresaltaste y me preguntaste:

-  Papá, qué hora es en el reloj del conejo? 

Me quedé callado, como si un cinbronazo, me hubieses acomodado las ideas todas de golpe.

Ahí comprendí.

Mi mente simbólica y racional, con una mirada más que escéptica y desconfiada, la primera pregunta que hubiese disparado, es "qué hace un conejo con un reloj de bolsillo".

Pregunta que hubiese servido como disparador para una sarta interminable e intrincada de explicaciones racionales, de hipótesis con sus confirmaciones o refutaciones, de búsqueda de simbolismos o metáforas... cuyo resultado ya no sería el cuento, sino mi mera interpretación. 

Eso hacemos los adultos, vivimos permanentemente dando sentido, adjudicando significados, intentando explicar lo que vemos, vivimos o sentimos. Pasamos todo, algunos más otros menos, por el filtro de la conciencia y, ingenuos, nos jactamos con cierta suficiencia de eso.  A tal punto que nuestra percepción de las cosas no es más que eso: nuestra percepción.

Los niños funcionan distinto, para ellos un conejo blanco con un reloj es un conejo blanco con un reloj y nada más, sin cuestionamientos o interpretaciones.

Recordé algo que decía Dolina, que para disfrutar del arte, por ejemplo una película, "hay que suspender por un momento el escepticismo"

Quizás el leerte, Bodoque, me brinde esa posibilidad, la de suspender el escepticismo por un momento y tener la certeza, a tu lado, que un conejo blanco es, sin lugar a dudas, un conejo blanco. 

Te dormiste y mientras tanto

Alicia caía 
y caía, 
y no paraba de caer...