Hay personas que al leer un libro traducen cada palabra del autor al lenguaje personal. Reescriben el libro. Contextualiza las palabras, dándole un significado particular que tiene sentido y vienen a dar luz en el momento emocional, intelectual y cultural que en ese instante transita el lector.
En cambio otras leen textualmente. Respetan a rajatabla cada palabra del autor, sin ejercer ningún proceso mental o juicio sobre las mismas.
El ingeniero Ignacio Mozetic recurría, de forma caprichosa, a ambas formas.
Quiero destacar que cuando era textual, era verdaderamente textual en su más ondo sentido y hasta en sus últimas consecuencias.
Conocida es la anécdota de la vez que leyó Dormir al sol, de Bioy Casares. Llevó la textualidad a un límite absurdo, casi demencial.
En la foto, vemos al ingeniero Mozetic descansando, luego de una lectura hipertextual. A su lado, desconocemos si Ignacio es el de la derecha o la izquierda, se encuentra Hernán Vellmount que disfrutaba las charlas literarias con su amigo y, quien ademas de ser afín a experimentar cosas nuevas, disfrutaba de sobremanera las siestas al sol.
Roberto Lambertucci