Usted insinuará la comisura la labial derecha, y no sin cierto escepticismo resignado y con ese tono de voz que sugiere un chiste... si, con ese tono con el que se plantean los temas más serios y controversiales, preguntará:
- Y con cuantos ojos quiere que llore, hombre?... llora con dos.
Y en su pregunta hay un dejo de la ingenuidad más intelectual.
Lo cierto es que Lucía lloraba,
y lo hacía con todos los ojos.
No con dos, ni con cuatro ni con cinco ni con cien, sino con todos.
Uno la veía llorar y en esas lágrimas parecían aglomerarse,
apresurados,
todos los hombres con sus respectivos pares de ojos.
Con los ojos de todos los hombres
de todos los tiempos
de todos los lugares del mundo,
llora Lucía.
Te lloré todo un río, dicen por ahí,
sin embargo todos los ríos y sus cuencas
confluyen en el en el llanto de Lucía...
y sus mares también.
Llora con todas sus mayúsculas y sus minúsculas,
tal vez llore con todas las letras del alfabeto,
con todos los idiomas
con todos los idiomas
con todos los libros, con todos los textos.
Puedo asegurarle que Lucía Llora.
Ver llorar a alguien te entristece, pero ver Llorar a Lucía era como un drama, desgarrador y universal.
Así.
Tan grandes eran sus ojos.
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Adolfo Lescano