Ya no soy cristiano, hace años que no voy a misa y quizás uno de los pocos temas pendientes que tenga con el clero propiamente dicho sea romperle la crisma a un sacerdote platense, de San Ponciano, y tener un diálogo filoso con otro curita de Trenque Lauquen.
- Si creo en Dios?
No lo se: si puedo decir que hoy creo en los hombres. Del fanatismo cristiano, por la lectura y la reflexión, quizás por necesidad, me he convertido en un humanista apasionado y racional. He transitado el ascetismo y en el pináculo de mi gris escepticismo rocé la misantropía.
No vaya a creer que me jacto orgulloso... pero uno va creyendo en lo que puede y según su estado afectivo emocional se lo permite.
Sin embargo, siempre, siempre creí en los símbolos.
Ayer, durante la misa pascual, se repitió uno que siempre me ha conmovido en lo más profundo, por el contenido moral y humano que intuyo en él.
Durante la misa pascual, se parte de una oscuridad absoluta, a partir de un fuego inicial que se enciende (este año en las afueras de la parroquia), el sacerdote con una vela toma una pequeña llama y enciende el cirio pascual.
Intuyo una sombra: Nogueira toma una vela, nadie lo nota.
Aquí viene lo maravilloso. A partir de una única llama, poco a poco, la gente va “compartiendo ese fuego”. En un gesto recíproco de solidaridad, humildad y confianza, vela a vela, gente a gente se van encendiendo mutuamente. (1)
Yo observo anónimo. No pertenezco al grupo.
Los fieles avanzan hacia el interior de la parroquia, protegiendo y cuidando esa frágil luz con sus propias manos. Cantan una estrofa que se repite: esta es la luz de Cristo, yo la haré brillar...
Se lo que sigue: había olvidado cuanto me emocionaba este momento particular.
Ingreso al tempo.
Me sorprendo: Vellmount, genuflexo, está conmovido... moquea como un chico.
Me sonrió cómplice y tierno.
Ya adentro se produce la parte final de este gesto, poco a poco la oscuridad del lugar se va llenando de lucecitas, primero aisladas, ocasionales, perdidas que apenas desgarran la oscuridad del lugar. Me acuerdo de Galeano y su mar de fueguitos.
Mi respiración se vuelve irregular, creo llorar en la oscuridad.
Poco a poco, luz a luz, el templo frío e inmenso se ilumina con una luz cálida, que se nutre en un sentimiento de fraternidad y solidaridad de la gente toda, incluyéndome.
La pascua... la pascua está cumplida. Aleluya.
Dr. Roberto Lambertucci
---
(1) Pensaba en decir “en un desinteresado gesto”... pero es todo lo contrario, este gesto no tiene la pasividad del desinterés, es en extremo activo e implica necesariamente el interés por compartir y recibir esa chispa de vida.