Lo cierto es que quedó deslumbrado con ese páramo remoto y según se dice compró un lote humilde y ya no quiso volver a la gran urbe...
Al parecer el tal Brodsky se perdió en el Tigre.
Según diversas opiniones se perdió entre la bruma de una mañana agitada y el silencio de una noche de luna blanca. Decidió perderse, claro está.
Algunos escépticos dicen que no toleró la hiel del exilio,y que se devolvió la paz con una esquirla cónica de metal que todavía zumba y que yace en las profundidades del Delta, remoto y lejano.
Quien sabe.
Nadie jamás volvió a verlo.
A mi me gusta creer que Brodsky, exiliado de su tierra y de los hombres decidió fundirse con el sol, regresar al tigre cada mañana con el amanecer y despedirse en cada atardecer.
Vellmount suele nostalgiar las charlas que con el se fueron. A veces se lo ve recorrer el delta, próximo el atardecer. Se detiene, como si esperara que la caricia del ocaso trajera de nuevo la voz ronca y añeja de Brodsky.
Nunca supe si volvieron a encontrarse.
Me gusta creer que si lo hicieron...
Roberto Lambertucci
Sobre Theodore Brodsky