A diario observamos fenómenos semejantes sin que lleguen a conmovernos de tan cotidianos. La evidente naturaleza mágica del mundo, cada milagro que se produce frente a nuestros ojos, adormecidos y altaneros, es aniquilado y reducido a una obtusa explicación causal y fenomenológica que aturde los sentidos y embota el alma, vedando al hombre de una fracción suculenta de placer y deslumbre.
Por ejemplo, una estrella en el firmamento es el destello remoto de un cuerpo que ha estallado hace larguísimo tiempo. Esa trémula luz es el testimonio vivo y milagroso de una existencia pasada. Sin embargo son escasos los seres humanos que se estremecen bajo el amparo de una noche estrellada.
Se había perdido mirando un reflejo insignificante, en un estanque pequeño de agua mansa y algo turbia.
Julieta volvió la mirada estupefacta.
Se sorprendió al ver que el objeto que daba origen a aquel reflejo, desafiando las rígidas leyes de la física, ya no estaba. Estaba frente al reflejo de un árbol ancestral que había sido derribado hace años.
Un escalofrío bajó por su contorneada espalda, estremeciéndola integra e íntimamente.
- Es conmovedora la memoria de los estanques - Susurró Julieta entre asombrada y nostálgica.
Inútiles son los esfuerzos por alcanzar la inmortalidad...
en nuestra estupidez no hemos comprendido que estamos estrictamente condenados a ella.
Cada cosa bajo este firmamento deja su marca, voluntaria o involuntaria, se eterniza en la memoria de otro ser o, cuando menos, se graba en la memoria de los estanques que han aprendido a no olvidar.
Dr. Roberto Lambertucci
Este texto fue escrito por Lambertucci y engorda el volumen 3 del arte de la invisibilidad , incluye fragmentos de vivencias de Julieta y fragmentos de algunos escritos de Vellmount. El paso del tiempo, consecuencia de la memoria o la memoria consecuencia del paso del tiempo solía atormentarlo.