Pero, déjame decirte algo: esa visión es una ilusión, un espejismo cuidadosamente construido. La realidad es que todas las vidas tienen luces y sombras. Hay días de esplendor y días de tristeza, momentos de valentía y momentos de miedo en los que sentimos que no podemos avanzar. Y eso está bien. Esa mezcla de emociones es lo que hace que cada vida, incluida la tuya, sea única y maravillosa.
La imperfección, el dolor, las luchas… lejos de disminuir el valor de tu vida, la llenan de belleza. Son las cicatrices que narran tu fortaleza, los cimientos sobre los que construyes tu resiliencia.
Hoy, desde mi rincón, quiero tenderte una mano:
- Si estás triste, no te rindas; el tiempo es un gran aliado.
- Si estás feliz, detente un momento y reflexiona sobre lo que has superado para llegar hasta aquí.
Celebra tus logros, pero también abraza tus heridas: son ellas las que te han hecho más fuerte.
Y la próxima vez que te sientas pequeño frente a esas imágenes de "perfección" que aparecen en las redes sociales, recuerda esto: tu vida es tan auténtica y maravillosa como la que ves en la pantalla.
Porque la verdadera belleza no está en la perfección, sino en las historias que escribimos en cada paso, incluso en los más difíciles.