- Las veces que deliré un momento no me fue bien - dijo ella, entre oscura y bella
A él se le anudó la garganta, la entendía.
Frotaba sus manos, se dispuso a hablar:
- Es que a mi siempre me pasa eso, nunca entendí bien por qué - agregó, mientras se replegaba sobre su nostalgia y se abrigaba con el edredón.
Continuó:
- No hacemos bien en hablar, no deberíamos...
- Decime qué querés, si te hace mal desaparezco... - Le dijo él, no sin resoplar en forma de sutil protesta.
- No se, la verdad que no se... - dijo nerviosa - me hace sentir culpa. Creo que no está bien...
Ella calló. Se miraron en silencio.
El preguntó, no sin miedo:
- Querés que dejemos de hablar?
- No se qué decirte...
- Lo que sientas vos, sin hacer caso a lo que se espere o creas que esperen de vos...
- No es tan fácil...
Hizo una pausa y continuó:
- Soy en extremo respetuoso de lo primero pero no de lo segundo...
Callaron un buen rato
- Poné algo de música...
El se levantó.
- Amo Sabina, lo sabés...
- Lo se
Ella tarareó.
El tarareó.
Hicieron un repaso rápido de muchas de sus canciones.
Por fín empezó a escucharse Serrrano.
El sonrió, y esperó el momento, entonces cantó en voz baja una estrofa:
"Un día la vida echará abajo tu puerta.
Rendida, acorralada te pedirá cuentas
Por este fracaso,
Por haberme mentido.
Y no encontrarás al hombre que te ponga a salvo,
Que el hecho de estar vivo siempre exige algo.
Déjate convencer,
Por este fracaso,
Por haberme mentido.
Y no encontrarás al hombre que te ponga a salvo,
Que el hecho de estar vivo siempre exige algo.
Déjate convencer,
Duerme esta noche conmigo"... o al menos charlá conmigo
Ella miró sus ojos:
- Me hacés reír
- Alerta, la bella mujer ha sonreído, pecadora, llamen al cura!!! - Ironizó
- Basta, no es gracioso...
Se disculpó, pero agregó:
- Algo que te hace reír puede no ser tan malo...
Sabina condujo a Serrano, ambos a la nostalgia, la nostalgia a la fotografía y aquí estoy estoy escribiendo.