LA INTERPRETACION DEL HORROR
La tiniebla es un espejo sombrío
donde el condenado ve sus delitos;
en todas partes su remordimiento se
yergue; a lo largo del lúgubre camino,
cada cual ve su crimen (y lo demás es quimera);
el mismo espectro
hace decir a Nerón: «Madre mía»,
y gritar: «Hermano», a Caín.
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LIBRO DEL CIELO Y DEL INFIERNO (1960)
JORGE LUIS BORGES y ADOLFO BIOY CASARES
Hoy, entre interrupciones e intromisiones, tuve el gusto de hablar con cierta persona de agudo intelecto. De esos tipos para los que la medicina es apenas uno de los aspectos relevantes de su joven vida, que la ejercen con creatividad, iniciativa y con el noble interés de quien se resiste a sucumbir bajo el peso de las absurdas y decadentes jerarquías. La literatura, lógicamente, también ocupa parte de su tiempo.
Entre charla y charla, entre risa y risa, llegamos a Wilde. O mejor dicho, llegamos al retrato de Dorian Gray. En broma le dije que la condena de Dorian, era su condena y la mía propia.
Me quedé helado cuando respondió, sincero y convencido:
- Lo leí de muy muy chico, trataba de un espejo... no?
Esa certeza, ese convencimiento en su recuerdo me dejó helado. He reflexionado una y mil veces, sobre ese libro terrible. Luego de años comprendí que la tragedia más dramática no es el final del propio libro, no es lo que está escrito en sus páginas. Sino, y lo digo con el pesar de la experiencia, la certeza final, lo que el lector descubre con el paso de los años. La tragedia de Dorian no es particular, por desgracia es más universal de lo que pensamos. Y muchas veces es también nuestra propia tragedia. La pintura de Basilio, que bien podría considerarse un espejo, el espejo de uno mismo, retrata nuestra propia imagen y la monstruosidad de nuestra decadencia.
Esa mente genial y joven, bajo las influencias erosivas del tiempo y su paso, había rescatado en la memoria el concepto fundamental del libro: el espejo del alma.
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Dr. Roberto Lambertucci
CABA